viernes, 7 de septiembre de 2018

Los supervivientes


8/09/2017 - 
Venimos de una raza de supervivientes. Yo no sé ustedes, pero yo estoy aquí escribiendo estas líneas porque mis abuelos sobrevivieron a una guerra civil que diezmó la población española tras un golpe de estado militar. Luego superaron las hambrunas y el miedo, se escaparon de las delaciones acostumbrándose al silencio por decreto y al “arriba España” con el brazo en alto solo para proteger la hacienda y la familia. Resistieron cuanto pudieron la podredumbre de la dictadura para que mis padres comieran caliente cada día, para que fueran a la escuela, se enamoraran y me engendraran. Es un verdadero milagro que muchos de nosotros hayamos llegado a donde estamos, casi indemnes, después de atravesar el siglo más violento de la historia de la humanidad. Los que ya hemos aterrizado en la cincuentena también tenemos alma de supervivientes. Cada uno a su manera, con infinidad de pequeñas batallas ganadas a su propia vida, pero sintiéndonos partícipes de una misma generación.
Mi generación es la que superó con éxito la EGB en libros prestados y la que probó la nauseabunda leche en polvo de los americanos. La que aguantó estoicamente la formación del espíritu nacional y aprendió a cantar de corrido la letra de un himno nacional que ahora no tiene letra. Sobrevivimos al festival de Eurovisión, al de Benidorm y al de la OTI en televisores en blanco y negro sin estéreo ni alta fidelidad. El mismo televisor, a veces comunitario, en el que vimos cómo enterraban al dictador con gran boato mientras disfrutábamos de tres días de vacaciones en el colegio. Somos los que pasamos de puntillas por una Transición  cuya sombra se está haciendo demasiado larga. Somos hijos de la guerra del Vietnam y de la guerra fría, de Bob Dylan y del Che Guevara. Hemos asistido a la desaparición de un mundo bipolar con teléfonos rojos que volaban hacia Moscú y donde existían países que ya no aparecen en los actuales mapamundi. Hemos saltado simbólicamente el Muro de Berlín sin importarnos si  nuestros  actos estaban dentro de la legalidad vigente. También somos los que hemos comprobado que debajo del asfalto no estaba la playa, como nos habían prometido.  Los que hemos cambiado la paz y el amor libre por la mercadotecnica de la moda adlib Ibiza. 
Mi generación es la que ha sobrevivido al SIDA aunque nos haya costado mucho dolor. La que ha cabalgado a lomos de un caballo llamado muerte del que muchos no supieron bajarse a tiempo. La que ha presenciado en directo cuán aciago puede ser un 23F, un 11S, un 11M o un 17A y otros delirios humanos sin fecha definida: el genocidio de los Balcanes o el de Ruanda, las intifadas y sus represalias, los feminicidios, las guerras en Irak, el yihadismo...
Los que hemos sobrevivido aún no estamos a salvo de nada. Hay que luchar cada día para no sucumbir ante el abismo de las nuevas tecnologías de la comunicación que nos amenazan con abandonarnos en las cunetas heridos por la brecha digital. Hemos de vacunarnos contra la corrupción que nos acecha como una pandemia que se propaga con rapidez por las instituciones de cualquier latitud y de cualquier color. Hemos de gritar bien alto cuando no nos representen. Pero los que hemos llegado hasta aquí nunca podríamos imaginarnos que nuestro futuro esté en manos de unos locos con carné. Ya me dirán si no es una lástima haber resistido tanto para acabar muriendo por un simple hongo. Nuclear. @layoyoba

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