“Érase una vez una mariposa
blanca…” cantaba Lole en una de las más bellas canciones del dúo andaluz, cuya
letra hay que leerla despacio y entre líneas. Seguramente muchos de nosotros
llevaremos hoy un lazo blanco en la solapa. Como una mariposa blanca clavada
con alfileres “entre cartulinas negras….”, sacaremos a pasear hoy nuestro
rechazo a la violencia machista y a partir de mañana devolveremos el grito de
indignación a nuestros particulares museos de “breves bellezas muertas”.
Algunas mariposas tienen nombre propio en el catálogo de la memoria compartida
pero la mayoría pasa a engrosar las estadísticas y las hemerotecas que se desempolvan
en días como éste.
El director de cine Mariano
Barroso, con quien compartí docencia en el defenestrado Centro de Estudios
Ciudad de la Luz, fue quien me enseñó, a través de su película “En el tiempo de
las mariposas”, quiénes fueron esas tres mujeres cuyos asesinatos marcaron la
elección del 25 de noviembre como Día Internacional para la Eliminación de la
Violencia contra la Mujer. La ONU institucionalizó esa fecha en 1999, casi cuarenta
años después de la muerte de las hermanas Mirabal, asesinadas por orden del
dictador dominicano Rafael Trujillo “El Chivo” a quien tan bien retrató Mario
Vargas Llosa.
Minerva, Patria y María Teresa Mirabal
eran cultas, bellas y desobedientes, mariposas sin alfileres. Pecados mortales
de necesidad para muchas mujeres, todavía, en cualquier latitud del planeta.
Más aún si una de ellas, Minerva, se atrevió a rechazar públicamente el acoso
sexual de Trujillo quien jamás le perdonó que no sucumbiera a sus encantos de
chivo lascivo y tirano acostumbrado a desenfundar al mismo tiempo la bragueta y
la pistola. Por eso la muerte a golpes y posterior despeñamiento del vehículo
“que parezca un accidente” de las hermanas Mirabal fue más que un asesinato
político de los miles que hubo bajo su mandato. Fue violencia machista de
manual y la fecha de su muerte, 25 de noviembre de 1960 se ha convertido en
símbolo de la lucha contra esta pandemia que se llama violencia de género.
Pero el mundo no solo está
poblado por chivos y corderos, de esos que guardan silencios incomprensibles. En
Canadá, en 1991, un grupo de hombres inició la campaña del lazo blanco, el
mismo lazo que hoy vemos en fachadas, en carteles y en solapas. Era su grito de
horror tras la matanza de catorce estudiantes de la Escuela Politécnica de
Montreal por el “delito de ser mujeres”. El asesino, que no había obtenido la
nota suficiente para estudiar ingeniería,
entró en el aula, separó a los alumnos varones y acribilló a las mujeres
al grito de “feministas”. Luego se suicidó. Demasiado tarde.
Afortunadamente, cada vez más hombres se despojan de
esas rémoras que los atan a las cavernas y alzan sus voces como “homes de
veritat”, de los que no aceptan ser cómplices de ningún tipo de violencia, ni
dentro ni fuera de casa. #UnHomedeVeritat
se llama la campaña unitaria que ha puesto en marcha este año la Generalitat
para concienciar a los varones de que las mujeres les necesitamos en la lucha
contra la violencia machista. La vicepresidenta Oltra la presentó esta semana
en el Salón Azul del ayuntamiento de Alicante y las redes sociales están
replicando miles de mensajes balsámicos contra tanta violencia soterrada, tolerada,
justificada. Ya era hora de abrir el zoom para encuadrar la otra mitad del
cielo. http://www.alicanteplaza.es/coleccionistas-de-mariposas
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