jueves, 16 de julio de 2009

Un muerto para desayunar


¡Qué tendrá la sangre que nos "pone" tanto!
Hace tiempo que la muerte en directo nos entra en casa por la pantalla del televisor. Los noticiarios son grandes contenedores de muertos. A fuerza de verlos desde el sofá hemos perdido sensibilidad cordial y nos quedamos impasibles ante los atentados terroristas(sobre todo si los muertos son extranjeros), la violencia contra las mujeres, las hambrunas, los terremotos, las inundaciones, los accidentes de tráfico...Nuestra cultura audiovisual está desdibujando las barreras entre ficción y realidad y nos conmovemos más con el final de temporada plagado de "sang i fetge" de Los hombres de Paco que con el llanto de una madre palestina
Vamos tan bien servidos de muerte en televisión, que escondemos nuestros propios muertos tras la asepsia de los tanatorios; limpios, maquillados y emperifollados. Cuidando la imagen hasta el final. Sin embargo, el derecho a la intimidad de los muertos ajenos nos lo pasamos por el forro. Solo hay que ver el despliegue informativo sobre la muerte del joven sanferminero que ha copado las portadas de los periódicos, los telediarios y los programas del corazón.
Por norma, los suicidios no salen en las noticias. Y los encierros cada vez se parecen más a un ritual de suicidio colectivo. Las víctimas de los accidentes y los atentados no son carne de primer plano. No se persigue a los familiares para que realicen declaraciones; las cámaras no se regodean en los rostros desencajados de las madres. Estos sanfermines ha corrido mucha sangre y no era cuestión de desperdiciar la plasticidad de la muerte por un problemilla de ética. Al fin y al cabo, es un reallity cuyos protagonistas actúan gratis. No en vano el subidón de las corridas de toros, y lo que las convierte en noticia, es cuando en la lucha, pierde el torero.

Aunque no sea más que un accidente laboral.

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