miércoles, 25 de mayo de 2011

En terra hostil



"Jo tenia una granja a l'África..."



Un racó entre palmeres, un oasi fresc on refugiar-me quan els vents del desert bufen embravits al meu voltant.

Al lloc on jo habite ja fa temps que ens hem acostumats a construir amagatalls per desaparèixer de tant en tant. Els homes blaus del desert on jo visc no deixen crèixer l'herba sota els peus.

Però, com una colla de jueus errants, somniavem amb la terra promesa. La meua estava a prop. Encara conservava platges verges, dunes sense bungalows i palmeres davant dels finestrals de qualsevol llar humil. Un paradís terrenal gratuit.


Podiem parlar català sense demanar perdó a ningú i tindre l'esperança que algú ens responguera de bon gust. De vegades podiem veure en Serrat i sentir-lo en versió original. Fins i tot, el Correllengua hi-feia escala i era rebut amb honors per les autoritats locals. Front a la mediocritat cultural del lloc on jo habite, hi-havia festivals de teatre i música medievals , un Misteri a l'agost que servia de contrapunt a les verbenes populars i un ventall de activitats socio-culturals que podiem freqüentar els dies en que la tristor es feia insuportable al desert on s'alça casa meua.


Fa uns dies, els homes blaus s'han fets forts a la meua terra promesa.


I tinc por de descobrir un mal matí que torne a estar sola, en terra hostil, i sense cap altre oasi amb el que somniar quan vinguin maldades.


PP: 14


PSPV: 12


PdE: 1

miércoles, 16 de febrero de 2011

La equilibrista


Hace muchos años que Rosa Vegas no se pone zapatos de tacón alto pero aún guarda muchos de ellos, como reliquias prehistóricas, en un mueble de madera situado en mitad del pasillo de su casa de Sant Joan.
Son tesoros arqueológicos de un mundo perdido que hoy duermen un sueño eterno al lado de innumerables zapatillas de deportes y algún que otro zapato oscuro y plano sin brillo ni glamour.
Echando un vistazo a su zapatero se podría reconstruir paso a paso la vida de Rosa Vegas. Todavía guarda con nostalgia unas sandalias de piel que se le ceñían al empeine y los tobillos como spagettis y la elevaban más de diez centímetros por encima del suelo. Zapatos de equilibrista, tacones de aguja no aptos para pisos irregulares. Rosa estaba acostumbrada a caminar a más de un palmo de altura y lo hacía con la destreza natural que tienen algunas mujeres para sobrevolar el mundo y al mismo tiempo dejar su huella por donde quiera que pasara. Su colección de zapatos acrobáticos alimentaría las fantasías de todo un regimiento de fetichistas.
Pero ya no los usa. No puede usarlos.
Hoy camina paso a paso arrastrando su pie derecho con lentitud de costalero. Y sólo dentro de casa. Las pocas veces que sale a la calle necesita valentía, un bastón y el brazo paciente de un amigo. Son las muletas que sostienen a Rosa en pie.
Ella dice que fue su marido quien le arrebató definitivamente el placer de llevar tacones. Y que lo hizo consciente de que obligándola a caminar a ras de tierra la humillaba, la menospreciaba, la hería de muerte en su legendaria coquetería de Campanilla.

El juró que lo haría y lo cumplió. Mientras le pisaba los pies y las muñecas se lo repetía fuera de sí. ¡Nunca más llevarás tacones, nunca más!
Las patadas de su marido la dejaron definitivamente inválida, por segunda vez.

(extracto de una novela biográfica inédita que algún día me atreveré a revisar y a sacar a la luz)

lunes, 7 de febrero de 2011

La primavera de El Cairo






A París llegó en mayo, a Praga en abril, a El Cairo en enero.
La primavera cada vez entra más pronto...y dura menos.
Claro que el Magreb no es Europa y para esas fechas quizá haga demasiado calor para empezar ninguna revolución con visos de ser tomada en serio.

Miro un telediario tras otro y no puedo dejar de admirar a los egipcios, a los tunecinos y un poco antes a los saharauis. Una algarada popular en toda regla, una protesta descomunal, un "estoyhastaloscojones" en red, que han puesto en entredicho los regímenes "amigos" del norte de África.

Parece que la sociedad no es sólo virtual, que los jóvenes no han muerto asfixiados en la red, que millones de aletargados gusanos se están convirtiendo en crisálidas en las tierras de Alá.

Qué emoción ver al pueblo tomando la calle, reclamando aquello que les pertenece por derecho, venciendo al miedo en mitad de las plazas, abrazando a los soldados, desafíando a la policía, plantándose ante el dictador a pecho descubierto...

Lo reconozo, siento envidia del arrojo de estos pueblos en cuyas bocas aún siguen vigentes aquellas consignas de la hoy ninguneada "izquierda transnochada" cuando pedía "pan, trabajo y libertad". Y no porque añore penurias si no porque todavía son capaces de reclamar libertad en un mundo que sólo persigue la seguridad.

Ojalá su Transición les salga bien. Pero por dios, que no se comparen con España.
Nosotros nunca tuvimos la osadía de enfrentarnos a nuestro dictador, que murió en su cama y fue enterrado como un caudillo.
Los militares no asistieron imparciales al proceso de democratización y no merecieron nuestros abrazos.
Jamás tuvimos el valor de echar a los ladrones que llenaron sus cuevas de oro durante 40 años. La dictadura hizo de nosotros un país de bueyes.

Quiénes somos ahora para dar consejos a otros pueblos sobre cómo deshacerse de las dictaduras si la nuestra murió de muerte natural.

Por eso siento envidia cuando oigo que el dictador de Túnez ha salido por piernas y que hay una orden internacional de búsqueda.
Por eso siento envidia cuando los egipcios siguen erre que erre en la Plaza de la Libertad esperando ver el cadáver político de Mubarak.
Por eso siento envidia.
Porque fuimos tan cobardes que no supimos ganarle tiempo a la primavera.

miércoles, 12 de enero de 2011

Para quitarse el sombrero


Llegó una mañana de septiembre con su andar cansino, balanceándose a lo John Wayne.


Se acercó a la mesa de la cafetería donde yo tomaba café con algunos compañeros y preguntó por mi. Su voz pastosa y parsimoniosa, pegando lametones a las palabras, como quien dicta sentencias con cada frase, me ha ilustrado, acompañado y a veces desquiciado durante cuatro años.


Aquella fue una cita a ciegas, una apuesta en la que yo arriesgaba mi credibilidad como consultora laboral y él su puesto de trabajo como profesor de lengua y literatura de un puñado de alumnos que sólo querían aprender cine.


Gané la apuesta y algunos años después me devolvió el favor.


Muy pronto dejó de ser profesor para convertirse en maestro.


Contra todo lo previsible, sus clases siempre estuvieron llenas. A sus pupilos no les importaba madrugar porque sabían que si llegaban tarde no les dejaría entrar en el aula. Cuando se acababa su hora de clase había que echar a los grupos de incondicionales que le retenían para hablar de cine, de música, de historia o de nada.


El despacho que compartimos algún tiempo se convirtió en el ágora, la kasba, el templo al que acudían en peregrinación jóvenes de todo pelaje en busca de un nosequé que irradiaba su persona. Entre esas cuatro paredes de cristal se hablaba sobre todo de cine con sus diálogos originales subtitulados. ¡Qué prodigiosa memoria para reproducir palabra por palabra los guiones de las películas de John Ford, su director de cabecera!

Los alumnos le perdonaban todos sus pecados, que no eran pocos. Era un enamoramiento becqueriano el que sentían por él: "hoy le he visto y me ha mirado; hoy creo en Dios"

Cada vez que mi amigo el profesor pisaba la cuerda floja había un batallón de chicos dispuestos a inmolarse por él. "No me importa si viene poco, porque cuando lo hace, sus clases compensan todas las faltas", me confesó públicamente en clase un alumno que no creía en Dios.
Y escribieron cartas y mails y hubo un conato de revuelta estudiantil ante la puerta de su despacho cuando le apartaron temporalmente de sus clases.

La envidia me corroía por dentro. Pero una envidia sana, consciente de que si yo hubiera sido su alumna también estaría golpeando las puertas de los despachos de los que mandan para que no me quitaran al maestro.

Al final lo hicieron.

Entre la luna y el dedo que apunta hacia ella, siempre ha sido mucho más sencillo ver el dedo.

¡Panda de miopes!

Hoy me he puesto sombrero. Para poder quitármelo ante él.

Gracias amigo.

lunes, 29 de noviembre de 2010

Vientos del pueblo

Decía ayer Milagros Pérez Oliva en "A vivir que son dos días" que (interpreto) extrapolar los resultados de las elecciones catalanas a unas generales sería un ejercicio de "aventurerismo político"que muchos aprendices de "doctor Livingston, supongo" están practicando desde anoche en tertulias, columnas y editoriales.
La catalana es una sociedad adulta y compleja que bascula entre dos ejes transversales que no tienen correspondencia directa en la política del Estado español. La izquierda y la derecha sociológicas no están tan definidas en el electorado catalán como parecen estarlo en el español. De hecho, de todos es sabido que los resultados autonómicos y los estatales difieren elección tras elección. Esto se debe a las distorsiones que provoca el otro eje (catalanista/soberanista/españolista) sobre el que se asienta la política catalana que impregna el corazón político de los electores. No es una "anomalía"; es una característica.
Por ello, desde anoche no dejo de preguntarme: ¿los votantes del PSC son catalanistas o españolistas? ¿los de Solidaritat de Joan Laporta son de izquierdas o de derechas? ¿los votantes que han llenado las sacas de CiU son todos de "centro"? ¿les apoyarán también en las generales?

Algunos parecen tenerlo todo muy claro y ya observo "gatos" relamiéndose los bigotes y augurando el fin de una era en beneficio propio. Lo siento, mi mente no es tan preclara.

Tengo mis dudas. Soy humana.

Apuntes de Historia Contemporánea


Repaso mis apuntes.

La crisis del capitalismo, como consecuencia de una economía virtual basada en la especulación de los mercados financieros, hace tambalear los estados democráticos. La fallida de la bolsa de Nueva York se traslada rápidamente a las bolsas europeas. Para contrarrestar la debacle, EEUU adopta medidas proteccionistas y baja la cotización del dólar. Europa no consigue ponerse de acuerdo sobre qué medidas ecómicas debe adoptar para enfrentarse a la crisis de manera conjunta. Balbucea, retarda la toma de decisiones y al final cada uno trata de salvar los muebles por su cuenta.

Bajan los sueldos, suben los impuestos, se recortan los derechos sociales.

Las clases medias, que sostienen la economía, se ven amenazadas y buscan el amparo de proyectos políticos que priman la seguridad sobre la libertad y la igualdad social.

La crisis económica trae consigo la conflictividad social.

Poco a poco las huelgas se extienden por los países donde aún se mantiene ese derecho. Primero por motivos económicos. Luego aparecen las revueltas sociales que acaban con los gobiernos que ostentan el poder.

La ciudadanía busca salidas urgentes sin tener consciencia de la peligrosidad de las avalanchas que suelen causar más males que remedios.

Ese río revuelto genera el plancton necesario para que aparezcan tiburones populistas, salvapatrias, iluminados de toda índole. Y la población, deseosa de recetas-milagro, sigue ciegamente a esos flautistas de Hamelin que pregonan la xenofobia, el racismo, el rearme, los extremismos políticos, las dictaduras.

Los territorios colonizados (política, económica y culturalmente) se envalentonan ante las metrópolis (políticas, económicas y culturales) y comienzan a reclamar un reordenamiento del sistema internacional.

Las instituciones internacionales se amilanan, mostrándose abiertamente incapaces de frenar las provocaciones de todo tipo, incluso militares, que se producen en los lugares más calientes del planeta. Pierden su prestigio de gobernanza global.

Comienza a tejerse un entremado de bloques y alianzas estratégicas.

Soplan vientos de guerra.

¿Entenderán mis alumnos que estamos estudiando el período de entreguerras? ¿Los complicados años 30 tras los felices años 20?

¿O mejor les pongo un telediario?



miércoles, 28 de julio de 2010

Catalonia is not Spain


Mira que van a tener razón los que enarbolan pancartas con ese lema en todo cuanto acontecimiento internacional se televise desde Cataluña. Siempre a la vanguardia, el Parlament català ha aprobado hoy (por una mayoría que ya quisieran otros en el congreso de los diputados español) la prohibición de las corridas de toros en su territorio a partir de 2012. Pueden hacerlo, han votado (la gran mayoría en conciencia, es decir, sin el corsé de la disciplina de partido) y ha habido un resultado. Democracia pura y dura. El debate previo y la posterior resolución han partido de una iniciativa popular que es "lo más de lo más" en las sociedades libres y democrátivas. Pero ¡ay! ese ejercicio de democracia ha levantado ampollas en el resto de España, que envalentonada por los éxitos de "la Roja", busca motivos para seguir ondeando banderas rojigualdas, aunque tengan que cambiar el águila por el toro (que goza de más simpatías en el tendido). Es asombroso cómo un asunto, que cuando ocurrió en Canarias pasó totalmente desapercibido, vaya a provocar el enésimo enfrentamiento entre España y Cataluña. El PP ya ha anunciado (y no se lo ha pensado dos veces) exigir que el Congreso proteja las corridas de toros en todo el territorio nacional, es decir, también en Cataluña, para volver a ningunear las decisiones soberanas del pueblo catalán respresentado en el Parlament. ¡Si no le sale, quizá decida recurrir al Tribunal Constitucional!

Si cada vez que en Cataluña se toma una decisión (los toros, el Estatut) España lo interpreta como una agresión a su integridad y trata de boicotearla, no me extraña que cada vez sean más los catalanes que se sienten maltratados y que demanden una "orden de alejamiento" de España.

La expectación mediática que ha levantado el tema también merece ser digna de estudio. En TVE han dedicado al menos una decena de videos, tanto en el telediario de mediodía como en el de la noche, y abriendo el informativo. El accidente aéreo de Pakistán, donde no ha habido supervivientes, la reforma laboral para abaratar los despidos o los "nuevos" papeles del Pentágono donde se pone en evidencia las actuaciones militares de EEUU en Irak son "pecata minuta" frente al "temazo" de los toros en Cataluña. Espero que sea sólo un culebrón de verano, aunque algunos seguro que estarán limpiando las pistolas.

Y luego está lo de Prohibido prohibir. La derecha y "asimilados" se han adueñado del concepto de libertat, de democracia, de la reivindicación callejera, de las pancartas y ahora también han hecho suyos los lemas de Mayo del 68. El mundo al revés, vaya. Y otro refrán más: "A río revuelto, ganancia de pescadores". Pescadores, que hay en todos los bandos.

En Cataluña habría sido muy fácil dejar morir la "fiesta nacional" de inanición. Sólo hay una plaza de toros en activo y apenas programa festejos. La Monumental hace tiempo que se ha convertido en simple atracción de "guiris", de esos que se atiborran de toros, gitanas y paellas fastfood, allá por donde pasan. Pero no. Tenían que hacerlo por las bravas. En lenguaje taurino, esperando el morlaco a puerta gayola.

Ahora toca esperar para saber a quién llevan las mulillas de arrastre, si al toro o a los taurinos. Mi pronóstico: Imposible ponerle puertas al campo.

Los catalanes, como siempre, en la avanzadilla del progreso en este país.